Con la serie ya filmándose y ya confirmado que no se hará películas de Ciudad de Ceniza, se ésta haciendo una campaña para agradecer y decir adiós a los actores de City of Bones. Ya se que a muchos no les gusto la película (me incluyo) pero creo que los actores hicieron un buen trabajo y que el peso del fracaso recae en el pésimo guión y en la producción. Y creo que podríamos agradecer el esfuerzo que los actores hicieron.
El rincón de la liberta'
Mis gustos, mis opiniones, lo que implica ser yo...
Thursday, May 28, 2015
Saturday, May 9, 2015
Matthew Daddario interpretará a Alec Lightwood en la serie Shadow Hunters de la cadena televisiva estadounidense abc family.
Ayer se dio a conocer la noticia de que Matthew Daddario interpretará a Alexander Lightwood en la serie de tv de la cadena estadounidense abc family "Shadow Hunters"
Si su nombre te es familiar, lo más probable es que hayas visto a su hermana, Alexandra Daddario, interpretar a la hija de Atenea en las adaptaciones cinematográficas de "Percy Jackson y los dioses del Olimpo". Aunque también ha participado en películas como; "Delivery Man" y "Cavin Fever"
Seguramente, si eres súper fan de los libros como yo, te interesara saber lo que opina Cassandra sobre la elección de Matthew para uno de los personajes favoritos de la saga. Así que me di la tarea de indagar en su tumblr y esto es lo que la escritora dijo;
"La primera vez que vi a Matthew fue en el set de audiciones, audicionándo para el papel de Jace, lo señale y dije «seria un Alec perfecto!» se lo dije a los productores. La gente frecuentemente olvida qué pienso, pero al comienzo de los libros Alec es un punto de estabilidad mientras Izzy y Jace giran fuera de control. Para mi él proyectó una seriedad que funcionó, en mi opinión, para Alec.
Eso paso incluso antes de que Dom obtuviera el papel (de Jace) y literalmente anoche/hoy escuche que había venido a Los Ángeles (Matthew) a una audición, que todo el mundo lo había amado y que él sería Alec. Quede atónita, pero yo lo había visto y amado mucho antes, aunque honestamente lo había visto audicionándo para Jace."
Cassie también ha comentado que le han dicho que la familia Lightwood tendrá y elenco multi-racial;
"Me han dicho que lo Lightwood serán una familia de raza mixta, así que espero ver quienes serán elegidos como Robert, Maryse y Max."
Lo cual, en lo personal me desconcierta un poco, ya que si es verdad que lo que se busca es que los actores elegidos sean actoralmente adecuados para su papel, es poco común que, al elegir a una familia que está relacionada sanguíneamente, se elijan actores que físicamente no se parezcan entre ellos (racialmente).
Al final de su nota en tumblr, agrega lo que todos los fans esperamos saber;
"Ahora solo tendré que esperar a ver quién será Magnus."
*Si tomas la traducción y/o la nota da el crédito apropiado y el enlace a la fuente. Gracias
Wednesday, May 21, 2014
Prólogo de "Ciudad de Fuego Celestial" CoHF
El martes pasado Cassie Clare dio a conocer el prologo de CoHF, que sale a la venta el 27 de mayo en tiendas estadounidenses. Así que aquí se los dejo, disfrútenlo y emocionénse mucho. :D
Cayendo como la lluvia.
Instituto de los Ángeles, diciembre 2007
El día que los padres de Emma
Castairs fueron asesinados, el clima era perfecto.
Pero por otra parte normalmente el clima en Los Ángeles es
perfecto. Los padres de Emma la dejaron en el instituto una clara mañana
de invierno, en las montañas, tras la carretera de la costa pacifico, desde
donde se veía el mar azul. El cielo sin nubes dejaba ver el estrecho desde los
acantilados del empalizado de pacifico hasta las playas de Point Dume.
Un reporte les había llegado la noche anterior, sobre
actividad demoniaca cerca de las cuevas en la playa de Leo Carrillo. Los
Castairs habían sido asignados para checar el lugar. Más tarde Emma recordaría
como su madre había puesto un mechón de cabello suelto detrás de su oreja
mientras le ofrecía a su padre dibujarle una Runa contra el miedo, y cómo John
Castairs se reía y exclamaba no estar seguro de cómo sentirse sobre las nuevas
runas que se habían creado. El estaba bien con las escritas en el Libro Gris,
así que muchas gracias.
Mientras tanto Emma se mostraba impaciente con sus padres,
los abrazaba rápidamente antes de que la empujaran a caminar los últimos pasos
hacía el Instituto, su mochila rebotaba en sus hombros, mientras que desde el
patio ellos agitaban sus manos en forma de despedida.
A Emma le encantaba ir a entrenar al Instituto. No sólo
porque su mejor amigo, Julian, vivía allí, sino también porque siempre que
entraba sentía como si volara hacia el océano. Era una gran estructura de
madera y piedra ubicada al final de un camino empedrado entre las colinas. Cada
cuarto, cada piso, tenía una vista hacia el océano y hacía las montañas y hacia
el cielo proyectando extensiones de azul, gris y dorado. El sueño de Emma era
subir al tejado con Jules, pero hasta ahora sus padres se los habían impedido,
para ver si la vista alcanzaba todo el camino hasta el desierto en el sur.
Las puertas principales la conocían, así que
fácilmente se abrieron bajo el toque de su mano. La entrada y los primeros pisos del Instituto estaban llenos de Cazadores
de Sombras adultos, caminando de aquí para allá. Debía de haber alguna clase de
reunión, pensó Emma. Vio al padre de Julian, Andrew Blackthorn, cabeza del
instituto, en medio de la multitud. No esperaba que la detuvieran para ser
saludada, se encamino al vestidor en el segundo piso, donde cambio sus
pantalones y playera por ropa de entrenamiento, camiseta grande, pantalones
cómodos de algodón, y lo más importante de todo: la espada sobre su hombro.
Cortana. El nombre simplemente significaba “palabra-corta”,
pero a Emma no le parecía nada corta. Era el largo del antebrazo, de metal
brillante, tenía un gravado que nunca fallaba para causar un escalofrío en la
columna: “Yo soy Cortana, del mismo acero y temple que Joyeuse y Durendal”. Su
padre le había explicado su significado cuando la puso por primera vez en sus
manos de diez años.
–Tú puedes utilizar esto para entrenar hasta que tengas 18
años, entonces será tuya. – Había dicho John Castairs mientras le sonreía y sus
manos se deslizaban por el gravado. – ¿Entiendes lo que significa?
Ella negó con la cabeza. “Acero”, eso lo entendía, pero
“temple” no. “Temple” significaba “enojo” algo que su padre le advertía debía
controlar. Pero ¿Qué tenía eso que ver con una espada?
–Tú sabes sobre la familia Wayland,– había dicho él. – Ellos
fueron unos famosos creadores de espadas antes que las Hermanas de Hierro empezaran
a forjar todas las espadas de los cazadores de sombras. Wayland, el Herrero
hizo a Excalibur y Joyeuse, las espadas de Arturo y Lancelot, y Durendal, la
espada de Rolan el Héroe. Y también hicieron esta espada, del mismo acero. Todo
el acero debe templarse, a una gran temperatura, casi tan alta como para fundir
o destruir el metal, para hacerlo resistente. –La había besado en la
frente. –Los Castairs han tenido esta espada por muchas generaciones. La
inscripción nos recuerda que los Cazadores de Sombras somos las armas del
Ángel. Témplanos en el fuego, y nos haremos más fuertes. Cuando sufrimos,
sobrevivimos.
Emma no podía esperar seis años hasta tener dieciocho,
sería entonces cuando ella podría viajar por el mundo cazando demonios,
cuando podría templarse en el fuego. En su imaginación se encontraba en la cima
de los acantilados sobre el mar en Point Dume, defendiéndose contra un cuarteto
de demonios rapiñadores con Cortana. Julian estaba con ella, como era de
esperase, blandiendo su arma favorita, la ballesta.
En la mente de Emma, Jules siempre estaba ahí. Emma lo
conocía desde que tenía memoria. Los Blackthorns y los Castairs siempre habían
sido unidos, y Jules solo era unos meses mayor; literalmente ella nunca había
vivido en un mundo sin él. Había aprendido a nadar en el mar con él cuando
ambos eran aun bebés. Ellos habían aprendido a caminar y a correr juntos. Los
padres de él la habían cargado en sus brazos y habían sido acorralados por su
hermano y hermana mayor cuando se portaban mal.
Y ellos se portaban mal muy a menudo. Pintando al gato
blanco peludo de la familia Blackthorn, Oscar, pintarlo de azul había sido idea
de Emma cuando tenían siete años. De todos modos Julian se había echado la
culpa a sí mismo, normalmente lo hacía. Después de todo, como él había
señalado, ella era hija única y el era uno de siete; sus padres olvidarían su
enojo mucho más rápido que los de ella.
Ella recordaba cuando la madre de Julian había muerto, justo después del nacimiento de Tavvy, y como Emma se había mantenido sosteniendo su mano mientras el cuerpo se quemaba en los cañones y el humo había subido hasta el cielo. Ella recordó que él lloro, y recordó haber pensado que los chicos lloran muy diferente de cómo lo hacen las chicas; con unos sollozos horribles e irregulares como si estuviesen sido jalados con ganchos. Tal vez para ellos era peor porque se suponía que no debían llorar.
Ella recordaba cuando la madre de Julian había muerto, justo después del nacimiento de Tavvy, y como Emma se había mantenido sosteniendo su mano mientras el cuerpo se quemaba en los cañones y el humo había subido hasta el cielo. Ella recordó que él lloro, y recordó haber pensado que los chicos lloran muy diferente de cómo lo hacen las chicas; con unos sollozos horribles e irregulares como si estuviesen sido jalados con ganchos. Tal vez para ellos era peor porque se suponía que no debían llorar.
–¡Uf! – Emma se tambaleo, había estado tan perdida en sus
pensamientos que choco contra el padre de Julian, un hombre alto con el
cabello despeinado, como el de la mayoría de sus hijos. – ¡Lo siento, Sr. Blackthorn!
Él sonrío.
–Nunca antes había visto a alguien tal ansioso por recibir
sus lecciones. – Le dijo mientras bajaba las escaleras hacia el salón.
El cuarto de entrenamiento era uno de los cuartos
favoritos de Emma. Ocupaba casi todo el piso, y los lados que daban al este y
al oeste eran de vidrio transparente. En casi cualquier dirección que miraras
se podía ver el mar azul. La línea curva de la costa era visible de Norte a
Sur, la interminable agua del pacifico llegando hasta Hawái.
En el centro de el pulido suelo de madera se encontraba
el tutor de la familia Blackthorn, una mujer dominante llamada Katerina, estaba
ocupada dando una lección a los gemelos, de cómo lanzar cuchillos. Livvy estaba
siguiendo las instrucciones atentamente, mientras que Ty estaba quejumbroso y
mostraba resistencia.
Julian, con su ropa cómoda de entrenamiento, estaba
tirado boca arriba cerca de la ventana que daba al oeste, hablaba con Mark
quien tenía su cabeza metida en un libro y trataba de ignorar a su pequeño
medio-hermano.
–¿No crees que Mark es un nombre raro para un Cazador de
Sombras? –decía Julian mientras Emma se aproximaba hacia ellos. –Digo, si realmente
lo piensas. Es confuso. “Pon una marca en mi, Mar-k.” *
Mark aparto su cabeza rubia del libro que estaba
leyendo y fulmino con la mirada a su hermano pequeño. Julian jugueteaba con su
estela. La sostenía como a un pincel, algo por lo que Emma siempre lo regañaba.
Se suponía que uno debe sostener una estela como a una estela, como si fuese
una extensión de tu mano, no como a una herramienta de artista.
Mark suspiro dramáticamente. A los dieciséis el ya era lo
bastante maduro para encontrar molesto o ridículo todo lo que hacían Emma y
Julian.
–Sí somos hermanos tú, tú puedes llamarme por mi nombre
completo. –Dijo.
–¿Mark Anthony Blackthorn? – Julian frunció el seño. – Toma
mucho tiempo decirlo. ¿Qué tal si somos atacados por un demonio? Para el
momento que estuviera a la mitad de tu nombre ya estarías muerto.
–En este momento ¿Estas salvando
mi vida?–Preguntó Mark.– A parte de en tu mente ¿No te parece poco
probable, pequeño?
–Podría pasar. –A Julian no le gustaba que le dijeran
pequeño, se levanto. Su cabello estaba enredado en forma de salvajes mechones
en toda su cabeza. Su hermana mayor siempre lo estaba atacando con peines para
el cabello, pero nunca logro nada bueno. Tenía el cabello de los Blackthorn,
como su padre y la mayoría de sus hermanos y hermanas, de un ondulado salvaje
color chocolate negro. A Emma siempre le había fascinado el parecido entre la
familia, ella se parecía muy poco a sus padres, a menos que contara el hecho de
que su padre también era rubio.
Helen llevaba meses en Idris, con su novia Aline; ellas
habían intercambiado sus anillos familiares y su relación era “muy seria”, de
acuerdo con los padres de Emma, quienes la mayor parte del tiempo se miraban de
una manera muy boba en ese aspecto. Emma se había prometido a si misma que si
alguna vez se enamoraba, jamás seria de esa manera tan boba. También entendía
que había algo de esfuerzo sobre el hecho de que tanto Helen como Aline eran
chicas, pero lo que no entendía era el por qué, y eso que parecía que Aline les
agradaba mucho a los Blackthorns. Su presencia era tranquilizadora, y hacia que
Helen no se preocupara.
La presente ausencia de Helen significaba que no había
nadie quien cortara el cabello de Jules, así que la luz de sol que entraba en
la habitación hacia que sus mechones rizados se tornaran dorados. Las ventanas
del muro este dejaban ver la sombra de las montañas que separaban el océano del
Valle de San Francisco, colinas secas y polvorientas plagadas de cañones,
cactus y arbustos espinosos. Algunas veces los cazadores de Sombras iban afuera
a practicar, Emma amaba esos momentos, amaba descubrir caminos ocultos,
cascadas secretas y a las lagartijas dormilonas que habitaban cerca en las
rocas. Julian tenía la habilidad de engañarlas para que subieran a la palma de
sus manos y se quedaran dormidas mientras él acariciaba sus cabezas con su dedo
pulgar.
–¡Cuidado!
Emma se agacho mientras un cuchillo de madera paso
cerca de su cabeza y fue a rebotar contra la ventana, golpeando a Mark en la
pierna. Él aparto su libro y se levanto mientras fruncía el ceño. Técnicamente
Mark era el segundo supervisor, apoyando a Katerina, pero él prefería leer a
enseñar.
–Tiberius,- dijo Mark. –No lances los cuchillos hacia mí.
–Fue un accidente. –Livvy se movió para quedar parada ente su
gemelo y Mark. Tiberius era tan obscuro como Mark era hada, el único de los
Blackthorns, aparte de Mark y Helen, quienes no contaban por su sangre de
subterráneo, que no tenía el cabello café y los ojos color azul-verde que eran
los rasgos de la familia.-No, no lo fue,- rectifico Ty. –Te estaba apuntando a
ti.
Mark suspiro exageradamente y pasos las manos por su cabeza,
lo que le dejo el cabello pegado en picos. Mark tenía los ojos Blackthorn, de
un color verdigris, pero su cabello, como el de Helen, era de un
rubio-blancuzco pálido, como el haba sido el de su madre. El rumor decía que su
madre había sido princesa de la Corte Seelie; ella había tenido un amorío con
Andrew Blackthorn que había resultado en dos hijos, a quienes ella abandono en
la entrada del Instituto de Los Ángeles una noche antes de desaparecer para
siempre.
El padre de Julian había acogido a sus dos hijos mitad
hada y los educo como Cazadores de Sombras. La sangre de los Cazadores de
Sombras es dominante, y aunque al Consejo no le gustaba, ellos aceptarían niños
con una parte de sangre subterránea en la Clave siempre y cuando su piel
pudiese soportar las runas. Tanto Helen como Mark habían recibito su primera
runa a los diez años, y su piel soporto las runas sin peligro. Aunque Emma
podría decir que al ser marcado le dolió más a Mark lo que a un Cazador de
Sombras normal. Ella se dio cuenta que el hacia muecas, aunque trataba de
ocultarlo, cuando la estela fue apoyada en su piel. Más tarde ella notaria más
cosas sobre Mark, cosas raras; como la forma en que su rostro parte hada era
atractiva, y el movimiento de sus hombros bajo su camiseta. Ella no entendía el
porqué se daba cuenta de esas cosas, y no era como que le gustara notarlo.
Hacía que le dieran ganas de morder a Mark, o esconderse de él, a menudo las
dos cosas al mismo tiempo.
–Estas observándolo, –dijo Julian, mirando a Emma por encima
de sus rodillas vestidas con su ropa de entrenamiento manchada de pintura.
– ¿A qué? –Dijo Emma volviendo su atención hacia él.
–A Mark, de nuevo. –Dijo él sonando molesto.
– ¡Cállate! – Siseo Emma y le quito la estela a Julian, él la
volvió a tomar y la pelea sobrevino. Emma se burlo mientras le daba la espalda
a Julian. Ella había entrenado con el tanto tiempo, sabia cada movimiento que
él hacía antes de que lo hiciera, El único problema era que ella se inclinaba a
dejarle las cosas fáciles. La sola idea de que alguien lastimara a Julian,
incluida ella, la ponía furiosa.
– ¿Esto es por las abejas que estaban en tu cuarto? –Pregunto
Mark acercándose a Tiberius.
– ¡Tú sabes porque teníamos que deshacernos de ellas!
–Asumo que lo hiciste para frustrarme, – dijo Ty. El era
pequeño para su edad, tenía diez años, pero su vocabulario y su dicción eran
los de alguien de ochenta años. Normalmente no decía mentiras, en su mayoría
porque no entendía la razón por la que podría necesitarlo. El no entendía
porque algunas de las cosas que hacia irritaban o molestaban a las demás
personas, y encontraba su molestia graciosa o aterradora, dependiendo del
estado de ánimo en el que se encontrara.
–No fue para “frustrarte”, Ty. Solo que no puedes tener
abejas en tu cuarto.
– ¡La estaba estudiando! –explico Ty. Su rostro, normalmente
pálido, estaba rojo. –Era algo importante y ellas eran mis amigas. Y sabia lo
que estaba haciendo.
–¿Así como sabias lo que estabas haciendo esa vez con la
serpiente de cascabel? – Dijo Mark. –A veces te quitamos algunas cosas porque
no queremos que te hagas daño; sé que es algo difícil de entender Ty, pero te
amamos.
Ty lo miro inexpresivamente. Sabía lo que “te amamos”
significaba, sabía que era algo bueno, pero no entendía porque eso era una
explicación para cualquier cosa.
Mark se puso en cuclillas, con sus manos sobre sus rodillas,
manteniendo sus ojos a la altura de los ojos grises de Ty.
–Está bien, esto es lo que haremos…
– ¡Ja! – Emma se las había arreglado para darle la vuelta a
Julian dejándolo boca arriba y arrebatarle su estela. El rio, retorciéndose
bajo ella hasta que sostuvo sus brazos contra el suelo.
–Me doy por vencido, – dijo. –Me rindo.
El se estaba riendo de ella y ella repentinamente se
dio cuenta de haberle estado mintiendo a Jules quien era algo raro. También se
dio cuenta de que, como Mark, su rostro tenía una forma agradable; redondo, juvenil
y realmente familiar, pero ella casi podía ver a través del rostro que
tenía él ahora y el rostro que él “tendría” cuando fuera mayor.
El sonido del timbre del Instituto sonó a travez de la
habitación. Era un sonido profundo, dulce y repicánte como el de las campanas
de una iglesia. Desde afuera el Instituto lucia, para ojos mundanos, como las
ruinas de una vieja parroquia española. Aunque habían letreros de “PROPIEDAD
PRIVADA” y “NO ENTRAR” pegados por todas partes, a veces la gente (usualmente
mundanos son un ligero toque de “la vista”) se las arreglaban para llegar hasta
la puerta principal.
Emma se quito de sobre Julian y sacudió su ropa. Había
parado de reír. Julian se levanto apoyándose en sus manos, sus ojos tenían una
mirada curiosa.
– ¿Todo bien?- Pregunto Julian.
–Me golpee en el codo, –mintió Emma, y miro a los demás.
Livvy dejaba que Katerina le enseñara como sostener el cuchillo y Ty sacudía la
cabeza en forma de negación hacia Mark. “Ty”, ella había sido una de los que le
habían puesto el apodo a Tiberius cuando este había nacido, ya que a la edad de
dieciocho meses ella no había sido capaz de de decir “Tiberius” así que en su
lugar lo había llamado “Ty-Ty”. A veces se preguntaba si él lo recordaba. Era
algo extraño; las cosas que le importaban a Ty y las cosas que no. Uno no podía
adivinarlo.
–¿Emma? – Julian se inclino hacia delante, y todo pareció
explotar alrededor de ellos. De repente había una enorme luz cegadora y el
mundo afuera de las ventanas se volvió blanco-oro y rojo, como si el Instituto
se estuviese incendiando. Al mismo tiempo el piso bajo sus pies se había
sacudido como la cubierta de un barco. Emma se deslizo hacia delante al tiempo
que un terrible grito se oía desde abajo, un ruido horrible e irreconocible.
Livvy jadeo y fue hacia Ty, lo envolvió en sus brazos,
como si pudiera rodearlo y proteger su cuerpo con el de ella. Livvy era una de
las pocas personas a las que Ty no le importaba que lo tocaran; él se quedo
quieto con los ojos muy abiertos, con una de sus manos colgando de la manga de la
camiseta de su hermana. Mark ya se había puesto de pie, Katerina se había
puesto pálida.
–Ustedes quédense aquí, –les dijo a Emma y Julian, mientras
desenvainaba su espada que estaba en un cinturón en su cintura. –Vigilen a los
gemelos. Mark, ven conmigo.
– ¡No! – exclamó Julian, dando un paso hacia delante. –Mark…
–Estaré bien, Jules, – dijo Mark con una sonrisa
tranquilizadora, ya tenía una daga en cada mano. Él era rápido y ágil con los
cuchillos, su arma infalible. –Quédate con Emma, – le dijo, mirándolos a ambos,
y entonces desapareció tras Katerina con la puerta del cuanto de entrenamiento
cerrándose tras ellos.
Jules se acerco a Emma, deslizando sus manos entre las
de ella y ayudándola a ponerse en pie; ella quería aclararle que estaba bien y
podía levantarse por sí misma, pero no lo hizo. Ella entendía la urgencia de
necesitar sentir que estabas haciendo algo, lo que sea, para ayudar.
Bruscamente otro grito se oyó desde abajo; también el
sonido de cristales haciéndose añicos. Emma se apresuro a cruzar el cuarto
hacia donde estaban los gemelos, estaban mortalmente quietos, como estatuas.
Livvy se encontraba pálida, Ty agarraba su camiseta fuertemente.
–Todo va a estar bien, –dijo Jules, poniendo su mano entre
los delgados omoplatos de su hermano. – Lo que sea.
–Tú no tienes idea de lo que pueda ser, – objeto Ty con voz
entrecortada. –No puedes decir que todo va estar bien. Tú no lo sabes.
Entonces hubo otro ruido. Era pero que el sonido de un
grito. Era un alarido terrible; salvaje y atroz. “¿Hombres lobo?” pensó Emma
desconcertada, pero ella había oído a hombres lobo llorar; y esto era mucho más
obscuro y cruel.
Livvy se acurruco contra el hombro de Ty; él había
susurrado algo, pero Emma no tenía idea de a qué se refería. A pesar de
su aterrador intelecto, a pesar de toda su extrañeza e indiferencia hacia otras
personas, Ty era inseparable de su hermana gemela. Si Livvy estaba enferma Ty
dormía a los pies de su cama, si ella se cortaba él entraba en pánico, y era lo
mismo con ella hacia él.
Emma se percato de las emociones conflictivas que
pasaban por el rostro de Julian; sus ojos se cruzaron con los de ella, al
momento que ella asentía con la cabeza. La sola idea de quedarse en el cuarto
de entrenamiento esperando a lo que sea que haya sido lo que hizo ese ruido viniera
a por ellos hizo que su piel se sintiera como si se estuviera desprendiendo se
de sus huesos.
Julian cruzó el cuarto y regreso con una ballesta
curvada y dos dagas.
─Ahora tienes que soltar a Livvy, Ty, ─dijo, y después de un
momento los gemelos se separaron. Jules de dio una daga a Livvy y le ofreció la
otra a Tiberius, quien la miro como si fuera un objeto alienígena.- Ty,- repitió
Jules, sacudiendo su mano.- ¿Por qué tenias esas abejas en tu cuarto? ¿Qué es
lo que te gustaba de ellas? –Ty no contesto.-Te gusta la forma en la que
trabajan en equipo, ¿verdad? Bueno, ahora nosotros tenemos que trabajar en
equipo. Vamos a conseguir llegar a la oficina y vamos a llamar a la Clave,
¿está bien? Una llamada de socorro. Entonces ellos mandaran refuerzos para
protegernos.
Ty cogió la daga con un gruñido brusco.
–Eso es lo que habría sugerido si Mark y Katerina me hubiesen
escuchado. –Dijo.
–Debieron haberlo hecho, –dijo Livvy. Ella había cogido la
daga con más confianza que Ty, y la sostenía como si supiera lo que estaba
haciendo con ella, – Es lo que él estaba pensando.
–Ahora vamos a tener que ser muy silenciosos, –dijo Jules.
–Ustedes dos me van a seguir hasta la oficina.–Levanto sus ojos y su mirada se
encontró con la de Emma. –Emma va ir por Tavvy y Dru y nos encontraremos allá.
¿Está bien?
El corazón de Emma se precipito y desplomo como el de
un ave marina. Octavius “Tavvy”, el bebé de solo dos años y Dru de ocho,
demasiado jóvenes como para haber empezado el entrenamiento físico. Claro que
alguien tenía que ir por ellos. Y los ojos de Jules suplicaban.
–Si, –contesto Emma, –eso es exactamente lo que voy a hacer.
Cortana estaba atada a la espalda de Emma, aparte llevaba un
cuchillo para lanzar en su mano. Ella pensó que podía sentir el metal pulsante
a través de sus venas, como un latido mientras se deslizaba por el corredor,
con su espalda contra la pared. De vez en cuando el corredor se abría en
ventanales y la vista de mar azul, las verdes montañas y las blancas y
pacificas nubes se burlaban de ella. Ella pensó en sus padres, allá afuera en
algún lugar en la playa, que no tenían ni idea de lo que estaba pasando en el
Instituto. Ella deseo que estuvieran ahí y al mismo tiempo estaba feliz de que
no estuvieran. Al menos estaban a salvo.
Se encontraba en la parte del Instituto que le era más
familiar, los cuartos de la familia. Se deslizo hasta cruzar el cuarto vacio de
Helen, con su ropa empacada y su edredón empolvados. Pasó el cuarto de Julian,
le era familiar por un millón de pijamadas. Luego el de Mark, con la puerta
firmemente cerrada. El siguiente cuarto era del Sr. Blackthorn y justo después
la guardería. Emma suspiro profundamente y cruzo la puerta abierta.
Los ojos que se encontraron con los suyos en el pequeño
cuarto azul los hicieron agrandarse. Tavvy estaba en su cuna, sus pequeñas
manos sujetas a las barras, sus mejillas se habían tornado rojas por gritar.
Drusilla se encontraba parada frente a la cuna, tenía una espada, solo el Ángel
sabia de donde la había cogido, fuertemente agarrada; estaba apuntando
directamente hacia Emma. La mano de Dru estaba temblando lo suficiente para que
la espada que estaba sujetando diera vueltas; sus trenzas sobresalían a ambos
lados de su rostro rechoncho, pero la mirada en sus ojos Blackthorn era de una
determinación inquebrantable: “No te atrevas a tocar a mi hermano”
–Dru, –dijo Emma lo mas suavemente que pudo. –Dru, soy yo.
Jules me envió a recogerlos.
Dru soltó la espada con un estrepito y se echo a llorar. Emma
paso junto a ella y saco al bebé de su cuna el brazo que tenia libre,
sosteniéndolo con su cadera. Tavvy era pequeño para su edad pero aun así pesaba
unos buenos veinticinco libras, Emma hizo una mueca de dolor mientras el tiraba
de su cabello.
–Memma, –dijo Tavvy.
–Sshh. –Emma lo beso en la frente. Él olía a talco para bebé
y lagrimas. –Dru, agárrate de mi cinturón. Vamos a ir a la oficina. Allí
estaremos a salvo.
Dru sujeto el cinturón de armas de Emma con sus pequeñas
manos; ya había parado de llorar. Los Cazadores de Sombras no lloran mucho,
aunque tengan ocho años.
Emma abrió el camino hacia el pasillo. Los sonidos que llagaban de abajo eran peores ahora. Los gritos seguían oyéndose, también el alarido, los sonidos de vidrio rompiéndose y madera rasgándose. Emma avanzo, sosteniendo a Tavvy, murmurando una y otra vez que todo estaba bien, que estaría bien. Y ahí había más ventanas y el sol relució victorioso a través de ellas, casi ciega a Emma.
Ella estaba “ciega”, por el pánico y por el sol; era la
única explicación para el giro equivocado que había dado, dio la vuelta en un
corredor, y en vez de encontrarse en el pasillo que ella esperaba se encontró
parada encima de la amplia escalera que daba al vestíbulo y al las grandes puertas
dobles que eran la entrada al edificio.
El vestíbulo estaba repleto de Cazadores de Sombras.
Algunos conocidos para ella como los Nefilim del Conclave de Los Ángeles,
estaban vestidos de negro, los otros estaban en uniforme rojo. Había filas de estatuaria
ahora derrocada en pedazos y polvo por todo el piso.
El ventanal que daba al mar había sido destrozado,
había vidrio roto y sangre por todas partes.
Emma sintió una sacudida en su estomago. A la mitad del
vestíbulo estaba parada una figura en escarlata. Él era de un rubio pálido,
casi blanco y su rostro lucia como el tallado en mármol de Raziel, solo que sin
ninguna piedad. Sus ojos eran carbón negro y en una de sus manos llevaba una
espada estampada con un patrón de estrellas; en la otra una copa hecha de
adamas relucientes.
Al mirar la copa se disparo algo en la mente de Emma. A
los adultos no les gustaba hablar sobre políticas cerca de los Cazadores de
Sombras más jóvenes, pero ella sabía que el hijo de Valentine Morgenstern había
adquirido un nombre diferente y haba jurado venganza contra la Clave. Ella
sabía que él había hecho una copa que era lo contrario a la copa del Ángel, que
cambiaba Cazadores de Sombras al mal, criaturas demoniacas. Ella había oído al
Sr. Blackthorn llamar a los Cazadores de Sombras malos los “Obscuros”; él había
dicho que prefería morir a ser uno de ellos.
Entonces este era él. Jonathan Morgenstern, a quien
todos llamaban Sebastian, una figura salida de un cuento de hadas, una historia
contada para asustar niños, hecha realidad. El hijo de Valentine.
¿Qué les pareció? Es muy emocionante conocer a los integrantes del Instituto de Los Ángeles, que por cierto son los protagonistas de la próxima saga; "The Dark Artifices" Ya me estoy encariñando con ellos. Dejen sus opiniones en los comentarios :DD
El martes pasado Cassie dio a conocer el prologo de CoHF, así que me he dado a la tarea de traducirlo para ustedes. Ya se que me tomo bastante tiempo, pero tomen en cuenta que es la primera vez que tradusco un texto entero. Así que si tienen algun comentario y/o queja sobre la traducción haganmelo saber.
-*Si tomas la traducción menciona los creditos
Fuente original: http://www.shadowhunters.com/TMITuesday/index.php
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