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Thursday, May 28, 2015

¡Adiós al cast de Ciudad de Hueso!

Con la serie ya filmándose y ya confirmado que no se hará películas de Ciudad de Ceniza, se ésta haciendo una campaña para agradecer y decir adiós a los actores de City of Bones. Ya se que a muchos no les gusto la película (me incluyo) pero creo que los actores hicieron un buen trabajo y que el peso del fracaso recae en el pésimo guión y en la producción. Y creo que podríamos agradecer el esfuerzo que los actores hicieron. 
Si quieren participar este es el link: https://www.thunderclap.it/projects/26679-thank-you-cob-cast?locale=en

Saturday, May 9, 2015

Matthew Daddario interpretará a Alec Lightwood en la serie Shadow Hunters de la cadena televisiva estadounidense abc family.

Ayer se dio a conocer la noticia de que Matthew Daddario interpretará a Alexander Lightwood en la serie de tv de la cadena estadounidense abc family "Shadow Hunters"

Si su nombre te es familiar, lo más probable es que hayas visto a su hermana, Alexandra Daddario, interpretar a la hija de Atenea en las adaptaciones cinematográficas de "Percy Jackson y los dioses del Olimpo". Aunque también ha participado en películas como; "Delivery Man" y "Cavin Fever" 

Seguramente, si eres súper fan de los libros como yo, te interesara saber lo que opina Cassandra sobre la elección de Matthew para uno de los personajes favoritos de la saga. Así que me di la tarea de indagar en su tumblr y esto es lo que la escritora dijo;

"La primera vez que vi a Matthew fue en el set de audiciones, audicionándo para el papel de Jace, lo señale y dije «seria un Alec perfecto!» se lo dije a los productores. La gente frecuentemente olvida qué pienso, pero al comienzo de los libros Alec es un punto de estabilidad mientras Izzy y Jace giran fuera de control. Para mi él proyectó una seriedad que funcionó, en mi opinión, para Alec.
Eso paso incluso antes de que Dom obtuviera el papel (de Jace) y literalmente anoche/hoy escuche que había venido a Los Ángeles (Matthew) a una audición, que todo el mundo lo había amado y que él sería Alec. Quede atónita, pero yo lo había visto y amado mucho antes, aunque honestamente lo había visto audicionándo para Jace."

Cassie también ha comentado que le han dicho que la familia Lightwood tendrá y elenco multi-racial;

"Me han dicho que lo Lightwood serán una familia de raza mixta, así que espero ver quienes serán elegidos como Robert, Maryse y Max."

Lo cual, en lo personal me desconcierta un poco, ya que si es verdad que lo que se busca es que los actores elegidos sean actoralmente adecuados para su papel, es poco común que, al elegir a una familia que está relacionada sanguíneamente, se elijan actores que físicamente no se parezcan entre ellos (racialmente). 

Al final de su nota en tumblr, agrega lo que todos los fans esperamos saber; 

"Ahora solo tendré que esperar a ver quién será Magnus." 




*Si tomas la traducción y/o la nota da el crédito apropiado y el enlace a la fuente. Gracias 

Wednesday, May 21, 2014

Prólogo de "Ciudad de Fuego Celestial" CoHF

El martes pasado Cassie Clare dio a conocer el prologo de CoHF, que sale a la venta el 27 de mayo en tiendas estadounidenses. Así que aquí se los dejo, disfrútenlo y emocionénse mucho. :D 


 Cayendo como la lluvia.




Instituto de los Ángeles, diciembre 2007                 


  El día  que los padres de Emma Castairs fueron asesinados, el clima era perfecto.
Pero por otra parte normalmente el clima en Los Ángeles es perfecto.  Los padres de Emma la dejaron en el instituto una clara mañana de invierno, en las montañas, tras la carretera de la costa pacifico, desde donde se veía el mar azul. El cielo sin nubes dejaba ver el estrecho desde los acantilados del empalizado de pacifico hasta las playas de Point Dume.

 Un reporte les había llegado la noche anterior, sobre actividad demoniaca cerca de las cuevas en la playa de Leo Carrillo. Los Castairs habían sido asignados para checar el lugar. Más tarde Emma recordaría como su madre había puesto un mechón de cabello suelto detrás de su oreja mientras le ofrecía a su padre dibujarle una Runa contra el miedo, y cómo John Castairs se reía y exclamaba no estar seguro de cómo sentirse sobre las nuevas runas que se habían creado. El estaba bien con las escritas en el Libro Gris, así que muchas gracias.
Mientras tanto Emma se mostraba impaciente con sus padres, los abrazaba rápidamente antes de que la empujaran a caminar los últimos pasos hacía el Instituto, su mochila rebotaba en sus hombros, mientras que desde el patio ellos agitaban sus manos en forma de despedida.

 A Emma le encantaba ir a entrenar al Instituto. No sólo porque su mejor amigo, Julian, vivía allí, sino también porque siempre que entraba sentía como si volara hacia el océano. Era una gran estructura de madera y piedra ubicada al final de un camino empedrado entre las colinas. Cada cuarto, cada piso, tenía una vista hacia el océano y hacía las montañas y hacia el cielo proyectando extensiones de azul, gris y dorado. El sueño de Emma era subir al tejado con Jules, pero hasta ahora sus padres se los habían impedido, para ver si la vista alcanzaba todo el camino hasta el desierto en el sur.

 Las puertas principales la conocían, así que fácilmente se abrieron bajo el toque de su mano. La entrada  y los primeros pisos del  Instituto estaban llenos de Cazadores de Sombras adultos, caminando de aquí para allá. Debía de haber alguna clase de reunión, pensó Emma. Vio al padre de Julian, Andrew Blackthorn, cabeza del instituto, en medio de la multitud. No esperaba que la detuvieran para ser saludada, se encamino al vestidor en el segundo piso, donde cambio sus pantalones y playera por ropa de entrenamiento, camiseta grande, pantalones cómodos de algodón, y lo más importante de todo: la espada sobre su hombro.
Cortana. El nombre simplemente significaba “palabra-corta”, pero a Emma no le parecía nada corta. Era el largo del antebrazo, de metal brillante, tenía un gravado que nunca fallaba para causar un escalofrío en la columna: “Yo soy Cortana, del mismo acero y temple que Joyeuse y Durendal”. Su padre le había explicado su significado cuando la puso por primera vez en sus manos de diez años.

–Tú puedes utilizar esto para entrenar hasta que tengas 18 años, entonces será tuya. – Había dicho John Castairs mientras le sonreía y sus manos se deslizaban por el gravado. – ¿Entiendes lo que significa?

Ella negó con la cabeza. “Acero”, eso lo entendía, pero “temple” no. “Temple” significaba “enojo” algo que su padre le advertía debía controlar. Pero ¿Qué tenía eso que ver con una espada?

–Tú sabes sobre la familia Wayland,– había dicho él. – Ellos fueron unos famosos creadores de espadas antes que las Hermanas de Hierro empezaran a forjar todas las espadas de los cazadores de sombras. Wayland, el Herrero hizo a Excalibur y Joyeuse, las espadas de Arturo y Lancelot, y Durendal, la espada de Rolan el Héroe. Y también hicieron esta espada, del mismo acero. Todo el acero debe templarse, a una gran temperatura, casi tan alta como para fundir o destruir el metal,  para hacerlo resistente. –La había besado en la frente. –Los Castairs han tenido esta espada por muchas generaciones. La inscripción nos recuerda que los Cazadores de Sombras somos las armas del Ángel. Témplanos en el fuego, y nos haremos más fuertes. Cuando sufrimos, sobrevivimos.

 Emma no podía esperar seis años hasta tener dieciocho, sería entonces  cuando ella podría viajar por el mundo cazando demonios, cuando podría templarse en el fuego. En su imaginación se encontraba en la cima de los acantilados sobre el mar en Point Dume, defendiéndose contra un cuarteto de demonios rapiñadores con Cortana. Julian estaba con ella, como era de esperase, blandiendo su arma favorita, la ballesta.

 En la mente de Emma, Jules siempre estaba ahí. Emma lo conocía desde que tenía memoria. Los Blackthorns y los Castairs siempre habían sido unidos, y Jules solo era unos meses mayor; literalmente ella nunca había vivido en un mundo sin él. Había aprendido a nadar en el mar con él cuando ambos eran aun bebés. Ellos habían aprendido a caminar y a correr juntos. Los padres de él la habían cargado en sus brazos y habían sido acorralados por su hermano y hermana mayor cuando se portaban mal.

 Y ellos se portaban mal muy a menudo. Pintando al gato blanco peludo de la familia Blackthorn, Oscar, pintarlo de azul había sido idea de Emma cuando tenían siete años. De todos modos Julian se había echado la culpa a sí mismo, normalmente lo hacía. Después de todo, como él había señalado, ella era hija única y el era uno de siete; sus padres olvidarían su enojo mucho más rápido que los de ella.


 Ella recordaba cuando la madre de Julian había muerto, justo después del nacimiento de Tavvy, y como Emma se había mantenido sosteniendo su mano mientras el cuerpo se quemaba en los cañones y el humo había subido hasta el cielo. Ella recordó que él lloro, y recordó haber pensado  que los chicos lloran muy diferente de cómo lo hacen las chicas; con unos sollozos horribles e irregulares como si estuviesen sido jalados con ganchos. Tal vez para ellos era peor porque se suponía que no debían llorar.



–¡Uf! – Emma se tambaleo, había estado tan perdida en sus pensamientos que choco contra el padre de Julian, un hombre alto con el  cabello despeinado, como el de la mayoría de sus hijos. – ¡Lo siento, Sr. Blackthorn!

 Él sonrío.

–Nunca antes había visto a alguien tal ansioso por recibir sus lecciones. – Le dijo mientras bajaba las escaleras hacia el salón.

 El cuarto de entrenamiento era uno de los cuartos favoritos de Emma. Ocupaba casi todo el piso, y los lados que daban al este y al oeste eran de vidrio transparente. En casi cualquier dirección que miraras se podía ver el mar azul. La línea curva de la costa era visible de Norte a Sur, la interminable agua del pacifico llegando hasta Hawái.

 En el centro de el pulido suelo de madera se encontraba el tutor de la familia Blackthorn, una mujer dominante llamada Katerina, estaba ocupada dando una lección a los gemelos, de cómo lanzar cuchillos. Livvy estaba siguiendo las instrucciones atentamente, mientras que Ty estaba quejumbroso y mostraba resistencia.

 Julian, con su ropa cómoda de entrenamiento, estaba tirado boca arriba cerca de la ventana que daba al oeste, hablaba con Mark quien tenía su cabeza metida en un libro y trataba de ignorar a su pequeño medio-hermano.

–¿No crees que Mark es un nombre raro para un Cazador de Sombras? –decía Julian mientras Emma se aproximaba hacia ellos. –Digo, si realmente lo piensas. Es confuso. “Pon una marca en mi, Mar-k.” *

 Mark aparto su cabeza rubia del libro que estaba leyendo y fulmino con la mirada a su hermano pequeño. Julian jugueteaba con su estela. La sostenía como a un pincel, algo por lo que Emma siempre lo regañaba. Se suponía que uno debe sostener una estela como a una estela, como si fuese una extensión de tu mano, no como a una herramienta de artista.
Mark suspiro dramáticamente. A los dieciséis el ya era lo bastante maduro para encontrar molesto o ridículo todo lo que hacían Emma y Julian.

–Sí somos hermanos tú, tú puedes llamarme por mi nombre completo. –Dijo.

–¿Mark Anthony Blackthorn? – Julian frunció el seño. – Toma mucho tiempo decirlo. ¿Qué tal si somos atacados por un demonio? Para el momento que estuviera a la mitad de tu nombre ya estarías muerto.

–En este momento ¿Estas salvando mi vida?­–Preguntó Mark.– A parte de en tu mente ¿No te parece poco probable, pequeño?

–Podría pasar. –A Julian no le gustaba que le dijeran pequeño, se levanto. Su cabello estaba enredado en forma de salvajes mechones en toda su cabeza. Su hermana mayor siempre lo estaba atacando con peines para el cabello, pero nunca logro nada bueno. Tenía el cabello de los Blackthorn, como su padre y la mayoría de sus hermanos y hermanas, de un ondulado salvaje color chocolate negro. A Emma siempre le había fascinado el parecido entre la familia, ella se parecía muy poco a sus padres, a menos que contara el hecho de que su padre también era rubio.

 Helen llevaba meses en Idris, con su novia Aline; ellas habían intercambiado sus anillos familiares y su relación era “muy seria”, de acuerdo con los padres de Emma, quienes la mayor parte del tiempo se miraban de una manera muy boba en ese aspecto. Emma se había prometido a si misma que si alguna vez se enamoraba, jamás seria de esa manera tan boba. También entendía que había algo de esfuerzo sobre el hecho de que tanto Helen como Aline eran chicas, pero lo que no entendía era el por qué, y eso que parecía que Aline les agradaba mucho a los Blackthorns. Su presencia era tranquilizadora, y hacia que Helen no se preocupara.

 La presente ausencia de Helen significaba que no había nadie quien cortara el cabello de Jules, así que la luz de sol que entraba en la habitación hacia que sus mechones rizados se tornaran dorados. Las ventanas del muro este dejaban ver la sombra de las montañas que separaban el océano del Valle de San Francisco, colinas secas y polvorientas  plagadas de cañones, cactus y arbustos espinosos. Algunas veces los cazadores de Sombras iban afuera a practicar, Emma amaba esos momentos, amaba descubrir caminos ocultos, cascadas secretas y a las lagartijas dormilonas que habitaban cerca en las rocas. Julian tenía la habilidad de engañarlas para que subieran a la palma de sus manos y se quedaran dormidas mientras él acariciaba sus cabezas con su dedo pulgar.

–¡Cuidado!

 Emma se agacho mientras un cuchillo de madera paso cerca de su cabeza y fue a rebotar contra la ventana, golpeando a Mark en la pierna. Él aparto su libro y se levanto mientras fruncía el ceño. Técnicamente Mark era el segundo supervisor, apoyando a Katerina, pero él prefería leer a enseñar.

–Tiberius,- dijo Mark. –No lances los cuchillos hacia mí.

–Fue un accidente. –Livvy se movió para quedar parada ente su gemelo y Mark. Tiberius era tan obscuro como Mark era hada, el único de los Blackthorns, aparte de Mark y Helen, quienes no contaban por su sangre de subterráneo, que no tenía el cabello café y los ojos color azul-verde que eran los rasgos de la familia.-No, no lo fue,- rectifico Ty. –Te estaba apuntando a ti.
Mark suspiro exageradamente y pasos las manos por su cabeza, lo que le dejo el cabello pegado en picos. Mark tenía los ojos Blackthorn, de un color verdigris, pero su cabello, como el de Helen, era de un rubio-blancuzco pálido, como el haba sido el de su madre. El rumor decía que su madre había sido princesa de la Corte Seelie; ella había tenido un amorío con Andrew Blackthorn que había resultado en dos hijos, a quienes ella abandono en la entrada del Instituto de Los Ángeles una noche antes de desaparecer para siempre.

 El padre de Julian había acogido a sus dos hijos mitad hada y los educo como Cazadores de Sombras. La sangre de los Cazadores de Sombras es dominante, y aunque al Consejo no le gustaba, ellos aceptarían niños con una parte de sangre subterránea en la Clave siempre y cuando su piel pudiese soportar las runas. Tanto Helen como Mark habían recibito su primera runa a los diez años, y su piel soporto las runas sin peligro. Aunque Emma podría decir que al ser marcado le dolió más a Mark lo que a un Cazador de Sombras normal. Ella se dio cuenta que el hacia muecas, aunque trataba de ocultarlo, cuando la estela fue apoyada en su piel. Más tarde ella notaria más cosas sobre Mark, cosas raras; como la forma en que su rostro parte hada era atractiva, y el movimiento de sus hombros bajo su camiseta. Ella no entendía el porqué se daba cuenta de esas cosas, y no era como que le gustara notarlo. Hacía que le dieran ganas de morder a Mark, o esconderse de él, a menudo las dos cosas al mismo tiempo.

–Estas observándolo, –dijo Julian, mirando a Emma por encima de sus rodillas vestidas con su ropa de entrenamiento manchada de pintura.

– ¿A qué? –Dijo Emma volviendo su atención hacia él.

–A Mark, de nuevo. –Dijo él sonando molesto.

– ¡Cállate! – Siseo Emma y le quito la estela a Julian, él la volvió a tomar y la pelea sobrevino. Emma se burlo mientras le daba la espalda a Julian. Ella había entrenado con el tanto tiempo, sabia cada movimiento que él hacía antes de que lo hiciera, El único problema era que ella se inclinaba a dejarle las cosas fáciles. La sola idea de que alguien lastimara a Julian, incluida ella, la ponía furiosa.

– ¿Esto es por las abejas que estaban en tu cuarto? –Pregunto Mark acercándose a Tiberius. 

– ¡Tú sabes porque teníamos que deshacernos de ellas!

–Asumo que lo hiciste para frustrarme, – dijo Ty. El era pequeño para su edad, tenía diez años, pero su vocabulario y su dicción eran los de alguien de ochenta años. Normalmente no decía mentiras, en su mayoría porque no entendía la razón por la que podría necesitarlo. El no entendía porque algunas de las cosas que hacia irritaban o molestaban a las demás personas, y encontraba su molestia graciosa o aterradora, dependiendo del estado de ánimo en el que se encontrara.

–No fue para “frustrarte”, Ty. Solo que no puedes tener abejas en tu cuarto.

– ¡La estaba estudiando! –explico Ty. Su rostro, normalmente pálido, estaba rojo. –Era algo importante y ellas eran mis amigas. Y sabia lo que estaba haciendo.

–¿Así como sabias lo que estabas haciendo esa vez con la serpiente de cascabel? – Dijo Mark. –A veces te quitamos algunas cosas porque no queremos que te hagas daño; sé que es algo difícil de entender Ty, pero te amamos.

 Ty lo miro inexpresivamente. Sabía lo que “te amamos” significaba, sabía que era algo bueno, pero no entendía porque eso era una explicación para cualquier cosa.
Mark se puso en cuclillas, con sus manos sobre sus rodillas, manteniendo sus ojos a la altura de los ojos grises de Ty.

–Está bien, esto es lo que haremos…

– ¡Ja! – Emma se las había arreglado para darle la vuelta a Julian dejándolo boca arriba y arrebatarle su estela. El rio, retorciéndose bajo ella hasta que sostuvo sus brazos contra el suelo.

–Me doy por vencido, – dijo. –Me rindo.

 El se estaba riendo de ella y ella repentinamente se dio cuenta de haberle estado mintiendo a Jules quien era algo raro. También se dio cuenta de que, como Mark, su rostro tenía una forma agradable; redondo, juvenil y  realmente familiar, pero ella casi podía ver a través del rostro que tenía él ahora y el rostro que él “tendría” cuando fuera mayor.

 El sonido del timbre del Instituto sonó a travez de la habitación. Era un sonido profundo, dulce y repicánte como el de las campanas de una iglesia. Desde afuera el Instituto lucia, para ojos mundanos, como las ruinas de una vieja parroquia española. Aunque habían letreros de “PROPIEDAD PRIVADA” y “NO ENTRAR” pegados por todas partes, a veces la gente (usualmente mundanos son un ligero toque de “la vista”) se las arreglaban para llegar hasta la puerta principal.

 Emma se quito de sobre Julian y sacudió su ropa. Había parado de reír. Julian se levanto apoyándose en sus manos, sus ojos tenían una mirada curiosa.

– ¿Todo bien?- Pregunto Julian.

–Me golpee en el codo, –mintió Emma, y miro a los demás. Livvy dejaba que Katerina le enseñara como sostener el cuchillo y Ty sacudía la cabeza en forma de negación hacia Mark. “Ty”, ella había sido una de los que le habían puesto el apodo a Tiberius cuando este había nacido, ya que a la edad de dieciocho meses ella no había sido capaz de de decir “Tiberius” así que en su lugar lo había llamado “Ty-Ty”. A veces se preguntaba si él lo recordaba. Era algo extraño; las cosas que le importaban a Ty y las cosas que no. Uno no podía adivinarlo.

–¿Emma? – Julian se inclino hacia delante, y todo pareció explotar alrededor de ellos. De repente había una enorme luz cegadora y el mundo afuera de las ventanas se volvió blanco-oro y rojo, como si el Instituto se estuviese incendiando. Al mismo tiempo el piso bajo sus pies se había sacudido como la cubierta de un barco. Emma se deslizo hacia delante al tiempo que un terrible grito se oía desde abajo, un ruido horrible e irreconocible.

 Livvy jadeo y fue hacia Ty, lo envolvió en sus brazos, como si pudiera rodearlo y proteger su cuerpo con el de ella. Livvy era una de las pocas personas a las que Ty no le importaba que lo tocaran; él se quedo quieto con los ojos muy abiertos, con una de sus manos colgando de la manga de la camiseta de su hermana. Mark ya se había puesto de pie, Katerina se había puesto pálida.

–Ustedes quédense aquí, –les dijo a Emma y Julian, mientras desenvainaba su espada que estaba en un cinturón en su cintura. –Vigilen a los gemelos. Mark, ven conmigo.

– ¡No! – exclamó Julian, dando un paso hacia delante. –Mark…

–Estaré bien, Jules, – dijo Mark con una sonrisa tranquilizadora, ya tenía una daga en cada mano. Él era rápido y ágil con los cuchillos, su arma infalible. –Quédate con Emma, – le dijo, mirándolos a ambos, y entonces desapareció tras Katerina con la puerta del cuanto de entrenamiento cerrándose tras ellos.

 Jules se acerco a Emma, deslizando sus manos entre las de ella y ayudándola a ponerse en pie; ella quería aclararle que estaba bien y podía levantarse por sí misma, pero no lo hizo. Ella entendía la urgencia de necesitar sentir que estabas haciendo algo, lo que sea, para ayudar. 

 Bruscamente otro grito se oyó desde abajo; también el sonido de cristales haciéndose añicos. Emma se apresuro a cruzar el cuarto hacia donde estaban los gemelos, estaban mortalmente quietos, como estatuas. Livvy se encontraba pálida, Ty agarraba su camiseta fuertemente.

–Todo va a estar bien, –dijo Jules, poniendo su mano entre los delgados omoplatos de su hermano. – Lo que sea.

–Tú no tienes idea de lo que pueda ser, – objeto Ty con voz entrecortada. –No puedes decir que todo va estar bien. Tú no lo sabes.

 Entonces hubo otro ruido. Era pero que el sonido de un grito. Era un alarido terrible; salvaje y atroz. “¿Hombres lobo?” pensó Emma desconcertada, pero ella había oído a hombres lobo llorar; y esto era mucho más obscuro y cruel.

 Livvy se acurruco contra el hombro de Ty; él había susurrado algo, pero Emma no tenía idea de a qué se refería. A pesar de  su aterrador intelecto, a pesar de toda su extrañeza e indiferencia hacia otras personas, Ty era inseparable de su hermana gemela. Si Livvy estaba enferma Ty dormía a los pies de su cama, si ella se cortaba él entraba en pánico, y era lo mismo con ella hacia él.

 Emma se percato de las emociones conflictivas que pasaban por el rostro de Julian; sus ojos se cruzaron con los de ella, al momento que ella asentía con la cabeza. La sola idea de quedarse en el cuarto de entrenamiento esperando a lo que sea que haya sido lo que hizo ese ruido viniera a por ellos hizo que su piel se sintiera como si se estuviera desprendiendo se de sus huesos.

 Julian cruzó el cuarto y regreso con una ballesta curvada y dos dagas.

─Ahora tienes que soltar a Livvy, Ty, ─dijo, y después de un momento los gemelos se separaron. Jules de dio una daga a Livvy y le ofreció la otra a Tiberius, quien la miro como si fuera un objeto alienígena.- Ty,- repitió Jules, sacudiendo su mano.- ¿Por qué tenias esas abejas en tu cuarto? ¿Qué es lo que te gustaba de ellas? –Ty no contesto.-Te gusta la forma en la que trabajan en equipo, ¿verdad? Bueno, ahora nosotros tenemos que trabajar en equipo. Vamos a conseguir llegar a la oficina y vamos a llamar a la Clave, ¿está bien? Una llamada de socorro. Entonces ellos mandaran refuerzos para protegernos.

 Ty cogió la daga con un gruñido brusco.

–Eso es lo que habría sugerido si Mark y Katerina me hubiesen escuchado. –Dijo.

–Debieron haberlo hecho, –dijo Livvy. Ella había cogido la daga con más confianza que Ty, y la sostenía como si supiera lo que estaba haciendo con ella, – Es lo que él estaba pensando.

–Ahora vamos a tener que ser muy silenciosos, –dijo Jules. –Ustedes dos me van a seguir hasta la oficina.­–Levanto sus ojos y su mirada se encontró con la de Emma. –Emma va ir por Tavvy y Dru y nos encontraremos allá. ¿Está bien?

 El corazón de Emma se precipito y desplomo como el de un ave marina. Octavius “Tavvy”, el bebé de solo dos años y Dru de ocho, demasiado jóvenes como para haber empezado el entrenamiento físico. Claro que alguien tenía que ir por ellos. Y los ojos de Jules suplicaban.

–Si, –contesto Emma, –eso es exactamente lo que voy a hacer.


Cortana estaba atada a la espalda de Emma, aparte llevaba un cuchillo para lanzar en su mano. Ella pensó que podía sentir el metal pulsante a través  de sus venas, como un latido mientras se deslizaba por el corredor, con su espalda contra la pared. De vez en cuando el corredor se abría en ventanales y la vista de mar azul, las verdes montañas y las blancas y pacificas nubes se burlaban de ella. Ella pensó en sus padres, allá afuera en algún lugar en la playa, que no tenían ni idea de lo que estaba pasando en el Instituto. Ella deseo que estuvieran ahí y al mismo tiempo estaba feliz de que no estuvieran. Al menos estaban a salvo.

 Se encontraba en la parte del Instituto que le era más familiar, los cuartos de la familia. Se deslizo hasta cruzar el cuarto vacio de Helen, con su ropa empacada y su edredón empolvados. Pasó el cuarto de Julian, le era familiar por un millón de pijamadas. Luego el de Mark, con la puerta firmemente cerrada. El siguiente cuarto era del Sr. Blackthorn y justo después la guardería. Emma suspiro profundamente y cruzo la puerta abierta.

 Los ojos que se encontraron con los suyos en el pequeño cuarto azul los hicieron agrandarse. Tavvy estaba en su cuna, sus pequeñas manos sujetas a las barras, sus mejillas se habían tornado rojas por gritar. Drusilla se encontraba parada frente a la cuna, tenía una espada, solo el Ángel sabia de donde la había cogido, fuertemente agarrada; estaba apuntando directamente hacia Emma. La mano de Dru estaba temblando lo suficiente para que la espada que estaba sujetando diera vueltas; sus trenzas sobresalían a ambos lados de su rostro rechoncho, pero la mirada en sus ojos Blackthorn era de una determinación inquebrantable: “No te atrevas a tocar a mi hermano”

–Dru, –dijo Emma lo mas suavemente que pudo. –Dru, soy yo. Jules me envió a recogerlos.
Dru soltó la espada con un estrepito y se echo a llorar. Emma paso junto a ella y saco al bebé de su cuna el brazo que tenia libre, sosteniéndolo con su cadera. Tavvy era pequeño para su edad pero aun así pesaba unos buenos veinticinco libras, Emma hizo una mueca de dolor mientras el tiraba de su cabello.

–Memma, –dijo Tavvy.

–Sshh. –Emma lo beso en la frente. Él olía a talco para bebé y lagrimas. –Dru, agárrate de mi cinturón. Vamos a ir a la oficina. Allí estaremos a salvo.

Dru sujeto el cinturón de armas de Emma con sus pequeñas manos; ya había parado de llorar. Los Cazadores de Sombras no lloran mucho, aunque tengan ocho años.


 Emma abrió el camino hacia el pasillo. Los sonidos que llagaban de abajo eran peores ahora. Los gritos seguían oyéndose, también el alarido, los sonidos de vidrio rompiéndose y madera rasgándose. Emma avanzo, sosteniendo a Tavvy, murmurando una y otra vez que todo estaba bien, que estaría bien. Y ahí había más ventanas y el sol relució victorioso a través de ellas, casi ciega a Emma.

 Ella estaba “ciega”, por el pánico y por el sol; era la única explicación para el giro equivocado que había dado, dio la vuelta en un corredor, y en vez de encontrarse en el pasillo que ella esperaba se encontró parada encima de la amplia escalera que daba al vestíbulo y al las grandes puertas dobles que eran la entrada al edificio.

 El vestíbulo estaba repleto de Cazadores de Sombras. Algunos conocidos para ella como los Nefilim del Conclave de Los Ángeles, estaban vestidos de negro, los otros estaban en uniforme rojo. Había filas de estatuaria ahora derrocada en pedazos y polvo por todo el piso. 
 El ventanal que daba al mar había sido destrozado, había vidrio roto y sangre por todas partes.

 Emma sintió una sacudida en su estomago. A la mitad del vestíbulo estaba parada una figura en escarlata. Él era de un rubio pálido, casi blanco y su rostro lucia como el tallado en mármol de Raziel, solo que sin ninguna piedad. Sus ojos eran carbón negro y en una de sus manos llevaba una espada estampada con un patrón de estrellas; en la otra una copa hecha de adamas relucientes.

 Al mirar la copa se disparo algo en la mente de Emma. A los adultos no les gustaba hablar sobre políticas cerca de los Cazadores de Sombras más jóvenes, pero ella sabía que el hijo de Valentine Morgenstern había adquirido un nombre diferente y haba jurado venganza contra la Clave. Ella sabía que él había hecho una copa que era lo contrario a la copa del Ángel, que cambiaba Cazadores de Sombras al mal, criaturas demoniacas. Ella había oído al Sr. Blackthorn llamar a los Cazadores de Sombras malos los “Obscuros”; él había dicho que prefería morir a ser uno de ellos.



 Entonces este era él. Jonathan Morgenstern, a quien todos llamaban Sebastian, una figura salida de un cuento de hadas, una historia contada para asustar niños, hecha realidad. El hijo de Valentine.


¿Qué les pareció? Es muy emocionante conocer a los integrantes del Instituto de Los Ángeles, que por cierto son los protagonistas de la próxima saga; "The Dark Artifices" Ya me estoy encariñando con ellos. Dejen sus opiniones en los comentarios :DD 

El martes pasado Cassie dio a conocer el prologo de CoHF, así que me he dado a la tarea de traducirlo para ustedes. Ya se que me tomo bastante tiempo, pero tomen en cuenta que es la primera vez que tradusco un texto entero. Así que si tienen algun comentario y/o queja sobre la traducción haganmelo saber.

-*Si tomas la traducción menciona los creditos

Fuente original: http://www.shadowhunters.com/TMITuesday/index.php